En nuestra anterior publicación ¿España y Uzbekistán, un Estado único?, rememoramos un curioso episodio histórico por el que las actuales España y Uzbekistán fueron parte de un mismo Estado durante el Califato omeya del siglo VIII. Pues bien, hoy compartimos algunos reflejos de ese hecho histórico en el arte y la ciencia.
Evidentemente, el Islam tuvo un papel fundamental en las manifestaciones culturales comunes de la época, algo que se aprecia en edificaciones musulmanas como mezquitas, minaretes o mausoleos. Si bien dichas construcciones tenían en España y Uzbekistán características locales específicas de acuerdo con sus respectivas tradiciones arquitectónicas, sí que encontramos características comunes en el arte ornamental, en la decoración de carácter vegetal y geométrico.
Hay muchos elementos análogos en el arte de la decoración de la cerámica en España y Uzbekistan como, por ejemplo, la técnica del lustre usada por los ceramistas musulmanes (pintura dorada en la superficie de los recipientes) o los adornos ornamentales en las telas, cuyo motivo principal eran pájaros volando alrededor del árbol de la vida, en la más pura tradición sasánida.
En aquella época, Córdoba se convirtió en un centro desde el que se difundía la ciencia y la cultura orientales entre otros países europeos. La universidad de Córdoba era especialmente popular. Los nombres y los trabajos de los grandes eruditos uzbecos se conocían en aquella España: el polímata, médico, filósofo y astrónomo Avicena, el matemático, astrónomo y geógrafo Al-Juarismi, el astrónomo Al-Farghani o el compilador de hadices musulmanes Imam Al-Bujari.
Como muestra de importancia que hasta día tienen estos hechos, acompañamos este texto de una imagen del monumento de Al-Juarismi erigido en la Ciudad Universitaria de Madrid por la Embajada de Uzbekistán en España y la Real Liga Naval Española.
En Córdoba, y después en Toledo, se establecieron grandes centros y escuelas de traducción y copiado de trabajos científicos orientales, y hay sólidas razones para pensar que fueron dichos centros los que promovieron en mayor medida la reputación y gloria de los grandes eruditos uzbecos en Europa. Por ejemplo, los trabajos fundamentales de astronomía Al-Juarismi, sus tablas astronómicas, se conocen en la ciencia europea por la traducción al latín que realizaron en España en el siglo XII Adelardo de Bati y Pedro Alfonso, partiendo de una edición del astrónomo Maslama al-Mayriti, quien vivió en Córdoba entre el siglo X y principios del siglo XI.
La primera traducción al latín del trabajo de gran astrónomo Al-Farghani, conocido en Europa como al-Farganus, “Ilm al-Khaiya” (“La ciencia de la astronomía”) fue hecha en 1145 por Iona de Sevilla. A su vez, el gran científico uzbeco Al-Biruni conocía Andalucía (Al-Andalus) muy bien y, en su trabajo “Asar al-Bakia”, detalló sus características geográficas.
Una época, en suma, en la que los habitantes de Uzbekistán y España se movían entre estas dos regiones de manera activa a pesar de las grandes distancias, dejando una gran huella histórica, humana, cultural y científica no sólo en ellos dos, sino en toda Europa.
(Material elaborado por Adilbek Khalillaev, hispanista y decano de la Facultad de Filología Romano-Germánica de la Universidad Estatal de Lenguas del Mundo de Uzbekistán, y Andrés Santana Arribas, responsable del Centro Universitario Internacional para Europa del Este y Asia Central de la Universidad de Cádiz)